miércoles, 8 de agosto de 2007

Todos deberíamos ser ecologistas

De los bosques no solo obtenemos una serie de bienes y servicios indispensables para nuestra supervivencia: alimentos vegetales y animales, maderas, medicamentos y otros productos. Los bosques también juegan un papel fundamental en la regulación climática, el mantenimiento de las fuentes y caudales de agua y la conservación de los suelos. Por ello, las selvas y demás espacios verdes son el patrimonio más importante pero también el más amenazado y depredado por la mano del hombre.

Los agentes de deforestación son las personas, corporaciones, organismos gubernamentales o proyectos de desarrollo que talan y desmontan los bosques. A diferencia de la tala, el desmonte elimina absolutamente toda la cobertura vegetal y destruye el suelo comprometiendo su recuperación. Los “beneficios” económicos de hoy amenazan seriamente a las próximas generaciones. En todas las áreas geográficas, los agricultores se sitúan entre los agentes de deforestación más importantes, ya que invaden tierra forestal, la cual limpian para plantar cultivos comestibles.

Otros agentes significativos del sector agrícola son los ganaderos, que talan los bosques para sembrar nuevos prados para alimento y los agricultores comerciales que establecen plantaciones de caucho y aceite de palma. Agentes secundarios son los madereros, los dueños de plantaciones forestales, los recolectores de leña, los industriales mineros y petroleros y los planificadores de construcciones. Existen también las causas subyacentes que generan la deforestación, entre ellas, el consumo excesivo en el hemisferio Norte. Y los actores fundamentales que hacen viable el suministro de productos a bajo precio, tales como el FMI, el Banco Mundial, los bancos regionales de desarrollo, las agencias de crédito a la exportación. Y no podemos olvidar que en el medio se ubican funcionarios gubernamentales corruptos.

En nuestro país se desmontan 250 mil hectáreas de bosques nativos por año, principalmente en el Chaco seco, donde el 70 por ciento del bosque fue eliminado por la expansión agrícola. La selva misionera alberga la más variada biodiversidad del país, pero sólo queda un 7 por ciento de la superficie original, y la mayor parte se encuentra en nuestro país, ya que en Paraguay y Brasil ha sido prácticamente destruida. La tremenda tasa de transformación de nuestros bosques nativos en el norte de argentina para la ampliación de la superficie agrícola (en la mayoría de los casos para el monocultivo de soja transgénica) no tiene precedentes en la historia. De no mediar acciones inmediatas por parte de los Estados nacional y provinciales, en poco tiempo perderemos superficies importantes e irremplazables de nuestro patrimonio natural.

Datos Curiosos

1- La Argentina pierde el equivalente a 40 canchas de fútbol por hora, una hectárea de bosque nativo cada dos minutos, es por ello que las principales organizaciones ecologistas del país coinciden en la necesidad de establecer con urgencia inmediata un plan de ordenamiento territorial y una ley de bosques que prohíba la deforestación por un período suficiente para permitir la recuperación natural de los ecosistemas. Se necesitan planificar soluciones a mediano y largo plazo y, solo, las políticas estatales se pueden hacer cargo de ello, pero con la colaboración individual, porque todos somos culpables en alguna medida.

2- Algo que llama poderosamente la atención, es que tiempo atrás se creía responsables de la deforestación a los “pobres” por el uso de la leña. La solución que creyeron conveniente fue sacarlos de allí, con el pretexto de que así estaban protegiendo los bosques y llevarlos a campos con plantaciones de eucaliptos, para que se abastecieran. El problema fue que los verdaderos agentes de la destrucción estaban actuando: las madereras siguieron cortando, los constructores de represas siguieron represando los ríos e inundando hectáreas de bosques con el agua de los embalses. Las siembras de exportación y la ganadería provocaron la corta de áreas de bosque, los sembradíos industriales fueron sustituyendo vastas superficies de bosques ricos en biodiversidad por monocultivos de especies exóticas. La realidad nos muestra entonces que no son "pobres" quienes echan abajo los bosques, sino los fuertes intereses locales e internacional.

3- Para las comunidades índigenas, la llegada de la supuesta "civilización" significó la destrucción de su vida tradicional, de sus pautal culturales e instituciones sociales, pero sobre todo, del entorno natural que los rodea. Los pueblos indígenas que habitan el Amazonas brasileño fueron invadidos por agricultores comerciales que han quemado más del 70% de sus tierras.

4- En términos económicos, los bosques tropicales destruidos cada año, representan una pérdida en capital forestal valuada en 45 millones de dólares estadounidenses. El 25% del dióxido de carbono que se emite es producto de la deforestación o los incendios forestales, causas directas a la vez, del proceso de calentamiento global, que redunda en un cambio climática hacia la sequía y la elevación de temperatura.

5- La deforestación destruye el suelo, reduce el material orgánico, aumenta su compactación y se hace marginal para la agricultura, además de producir desetificación. Hoy afecta a un cuarto de la superficie total del planeta.

Carolina D. / Sofía U. / Ismael M.

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